
Melasma: ¿de dónde proviene esta afección y qué puedes hacer para reducirla?
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El melasma, una afección dermatológica compleja, surge de una multitud de factores interconectados. Comprender su formación requiere profundizar en el complejo funcionamiento de la biología de la piel y la interacción de diversos desencadenantes. A continuación, se detalla cómo se forma el melasma, sus causas, sus manifestaciones, los factores que lo exacerban y las estrategias eficaces de mitigación y prevención.
Causas fundamentales del melasma:
Predisposición genética: Los factores genéticos desempeñan un papel importante en la susceptibilidad al melasma. Las personas con antecedentes familiares de la enfermedad tienen mayor probabilidad de desarrollarla, lo que indica un componente genético en su etiología.
Fluctuaciones hormonales: Las hormonas, en particular el estrógeno y la progesterona, influyen en la actividad de los melanocitos. Durante el embarazo o al tomar anticonceptivos hormonales, los niveles hormonales elevados estimulan a los melanocitos a producir un exceso de melanina, lo que provoca hiperpigmentación.
Exposición a la radiación UV: La radiación ultravioleta (UV) es un desencadenante bien conocido del melasma. Los rayos UV penetran la piel, estimulando la actividad de los melanocitos y agravando la hiperpigmentación existente. Además, la exposición a los rayos UV puede provocar la formación de radicales libres, lo que contribuye al estrés oxidativo y a una mayor producción de melanina.
Manifestación y factores agravantes:
Manchas simétricas: el melasma generalmente se manifiesta como manchas simétricas e hiperpigmentadas en las áreas de la cara expuestas al sol, como las mejillas, la frente, la nariz y el labio superior.
Exposición al sol: La exposición al sol agrava el melasma al estimular la producción de melanina. La radiación UV estimula a los melanocitos a producir más melanina, lo que provoca el oscurecimiento de las manchas existentes y la aparición de nuevas.
Cambios hormonales: El embarazo, los anticonceptivos hormonales y la terapia de reemplazo hormonal pueden precipitar el melasma debido a su influencia en los niveles hormonales y la actividad de los melanocitos.
Disminución del melasma:
Tratamientos tópicos: La vitamina C, el ácido azelaico, el retinol y el ácido kójico son agentes tópicos de uso común que inhiben la producción de melanina y promueven la renovación de las células de la piel, lo que conduce a una reducción de la hiperpigmentación.
Procedimientos: Las exfoliaciones químicas, la microdermoabrasión y la terapia con láser pueden ayudar a aclarar la pigmentación existente y unificar el tono de la piel al apuntar a las áreas ricas en melanina y estimular la producción de colágeno.
Prevención de la recurrencia del melasma:
Evitar el sol: buscar sombra, usar ropa protectora y utilizar sombreros y gafas de sol puede minimizar la exposición a la radiación UV y prevenir la recurrencia del melasma.
Manejo hormonal: discutir métodos anticonceptivos alternativos con un proveedor de atención médica y evitar la terapia de reemplazo hormonal si es propenso al melasma puede ayudar a prevenir fluctuaciones hormonales que desencadenan la hiperpigmentación.
Régimen de cuidado de la piel: Adoptar una rutina de cuidado de la piel adaptada al tipo de piel de cada uno, evitar productos agresivos e incorporar antioxidantes y agentes aclaradores de la piel puede favorecer el tratamiento a largo plazo y reducir la probabilidad de que el melasma reaparezca.
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